Al menos en los últimos tiempos, la Segunda Guerra Mundial
suele conjurar imágenes del desembarco en Normandía y el avance de los aliados
occidentales; de los aviones japoneses atacando Pearl Harbor; de los cazas
británicos y alemanes peleando en los cielos de Inglaterra; y, claro, de los
campos de exterminio del régimen nazi en Polonia.
Pero por cantidad de tropas involucradas, por alcance
territorial, por muertos y heridos y por pura destrucción, muchos expertos
afirman que el rostro de la Segunda Guerra Mundial se acerca más al de las
estepas de Rusia y de los combates entre la Wehrmacht alemana y el Ejército
Rojo de la Unión Soviética, donde se produjeron el 75% de los casi 50 millones
de muertos que se calculan en toda la guerra entre militares y civiles.
El 23 de agosto de 1943 concluía en ese
brutal teatro de operaciones la que sería la batalla de tanques más grande de
la historia, la última ofensiva a gran escala de la Alemania nazi y su derrota
más categórica de la que ya nunca se recuperaría: la Batalla de Kursk.
Los números son, de por sí solos, abrumadores. Unos cuatro
millones de soldados alemanes y soviéticos participaron en las diferentes
etapas, junto a 70.000 piezas de artillería, 13.000 tanques y vehículos blindados
y cerca de 12.000 aviones.
El plan alemán era simple y obstinado. Tras la desastrosa
derrota en Stalingrado, Hitler buscaba retomar la iniciativa atacando en el
sector alrededor de la ciudad rusa de Kursk (450 kilómetros al sur de Moscú),
conocido en términos miliares como saliente, donde el Ejército Rojo se reforzaba
antes de continuar su avance.
Los generales coincidían en que no había urgencia, que la
zona no eran tan estratégica como como para justificar el esfuerzo y que los
rusos ya estaban al tanto y tenían superioridad en hombres y equipos. Pero el
dictador nazi no quería pasar a la defensiva ni ceder.
La operación se retrasó por diferentes razones, incluyendo
la ansiada llegada de nuevos tanques con los que Alemania pensaba
desestabilizar el campo de batalla tales como el Tiger y el Panther, hasta que
finalmente los primeros movimientos de la "Operación Ciudadela" comenzaron
el 5 de julio de 1943.
Las demoras y las frecuentes intercepciones de las
transmisiones alemanas hechas por los británicos, quienes recientemente habían
descifrado el código con el que Berlín encriptaba sus mensajes, tuvieron como
resultado que los tanques carecían de la sorpresa y se encontraron contra una
defensa específicamente preparada para derrotarlos.
Tras una semana de encarnizados combates durante los cuales
las fuerzas de Hitler no lograron quebrar la defensa, los soviéticos
contraatacaron con sus reservas y la derrota táctica se convirtió en debacle
estratégica.
Cuando la batalla finalmente terminó el 23 de agosto de
1943, una ofensiva alemana había sido frenada por los rusos por primera vez en
verano y sin la ayuda de la nieve, el Ejército rojo había recuperado un vasto
territorio, incluyendo la ciudad ucraniana de Kharkov, y tenía ahora una
iniciativa que no volvería a perder hasta destruir por completo al Tercer Reich
en las calles de Berlín en abril de 1945.
Pero la victoria había sido costosa. Durante la defensa y el
contraataque la Unión Soviética perdió unos 860.000 de sus soldados, entre
muertos, heridos y capturados, uno 6.000 tanques y casi 2.000 aviones, según
datos recientemente publicados por los investigadores Anders Frankson y Niklas
Zetterling en su libro "Kursk 1943: un análisis estadístico".
Blindados alemanes y rusos mezclados en este monumento a la
batalla en el pueblo de Prokhorovka. Kurks fue la batalla de tanques más grande
de la historia (Flickr)
Mientras que la Alemania nazi tuvo pérdidas de casi 300.000
tropas en todo concepto, además de unos 2.000 blindados y cerca de 1.000
aviones.
Tal fue la masacre en ambos bandos que por muchos años los
rusos recordaron con horror esta victoria pírrica, y sólo comenzaron a
celebrarla en 1995 cuando el presidente Boris Yeltsin la incluyó en la lista de
celebraciones militares de Rusia, según destacó la agencia Tass.
Y es que por toda la destrucción que fue desatada en Kursk y
lo significativo de la victoria, a la guerra todavía le quedarían dos años más
y millones de muertos entre militares y civiles antes de acabar.
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