Neil Armstrong, el hombre que pronunció la histórica frase
de "es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la
humanidad", el 20 de julio de 1969, al poner el pie en la Luna, falleció
el 25 de agosto de 2012 a los 82 años en Ohio (Estados Unidos).
"Mientras existan libros de Historia, Neil Armstrong
figurará en ellos, recordado por dar el primer paso de la humanidad en un mundo
más allá del nuestro", declaró entonces el director de la NASA, Charles
Bolden.
Fue historia presenciada en directo por millones de personas
en todo el mundo aquel 20 de julio, cuando Armstrong bajó el último travesaño
de la escalera del módulo Eagle y puso un pie en el suelo lunar, en el Mar de
la Tranquilidad donde había alunizado junto con Edwin Aldrin, mientras el
tercer astronauta del Apollo 11, Michael Collins, permanecía en órbita lunar
esperándolos.
Fue el momento culminante de una epopeya del siglo XX, una
hazaña tecnólogica y científica, el programa Apollo, que no se ha repetido en
el espacio y que protagonizó Armstrong en primera persona, pero aupado sobre el
trabajo y la investigación de miles de personas en la NASA.
Armstrong había nacido el 5 de agosto de 1930 en Wapakoneta
(Ohio) y mostró, desde muy joven, su atracción por la aeronáutica. Inició sus
estudios de Ingeniería, pero en 1949 ingresó en la Marina de Estados Unidos y
participó, como piloto, en la guerra de Corea sumando 78 misiones de combate.
Después terminó sus estudios de Ingeniería y fue piloto de pruebas, en la base
californiana de Edwards, volando en más de 200 modelos de aparatos avanzados.
En 1962 entró en la NASA como astronauta y voló por primera vez al espacio en
1966, en la cápsula Gemini 8. Y llegó el programa Apollo.
Armstrong, Aldrin y Michael Collins, partieron para su
misión lunar, el 16 de julio de 1969, ya como héroes, al menos en EE UU, y
regresaron, el 24 de julio como superhéroes planetarios. Habían cumplido el
mandato del presidente J. F. Kennedy, cuando en 1961, en plena guerra fría y en
plena carrera espacial con la Unión Soviética, lanzó el desafío estadounidense
de llevar a un ser humano a la Luna y traerlo sano y salvo antes de terminar la
década.
Pero política aparte, Neil Armstrong fue con su viaje el
protagonista indiscutible de un viejo sueño de la humanidad. "Lamentamos
la pérdida de un muy buen hombre, pero también celebramos su notable vida y
esperamos que sirva como ejemplo a los jóvenes en todo el mundo para trabajar
duro por hacer realidad sus sueños, para estar dispuesto a explorar y a empujar
los límites y a servir con orgullo a una causa más grande que ellos
mismos", declaró la familia del astronauta fallecido.
Su colega del Apollo 11, Collins, le dedicó una frase
sencilla. "Era el mejor y le echaré de menos terriblemente". Aldrin
expresó unas escuetas condolencias a Caron, la esposa de Armstrong, y la
familia.
"Houston, aquí la base. Tranquilidad, el Eagle ha
alunizado", dijo Armstrong cuando se posó la nave en el suelo lunar tras
un tenso descenso que mantuvo en vilo a todos en el Centro de Control de la
misión.
Las poco más de dos horas que pasaron los dos astronautas en
el suelo lunar, con Collins esperando en solitario, fueron intensas. Armstrong
era el comandante de la misión y fue él el elegido por la NASA para salir el
primero del módulo Eagle y tocar el suelo lunar en primer lugar. Aldrin le
siguió poco después. Y es curioso que Armstrong apenas tuviera de aquel viaje
ya mítico el recuerdo más corriente que millones de personas conservan de sus
aventuras viajeras: unas buenas fotografías suyas. La NASA siempre ha explicado
que durante sus actividades en la superficie lunar, el comandante fue quien
utilizó casi todo el rato la cámara, por lo que fue Aldrin el más y mejor
fotografiado. Recogieron 23 kilos de rocas lunares y montaron tres experimentos
científicos antes de volver al Eagle. En total, estuvieron 21 horas y 37
minutos en el suelo lunar y emprendieron el regreso. El histórico primer viaje
tripulado a la Luna duró ocho días. En la Tierra les esperaba una cuarentena de
16 días (por si traían algún germen lunar) y la gloria.
Tras el viaje de Armstrong, Aldrin y Collins, continuaron
las misiones lunares, cada vez más complejas y más largas, a medida que la NASA
tomaba confianza con sus éxitos espaciales, aunque Armstrong nunca volvió al
espacio. Siguió en la NASA hasta 1971, y cuando dejó la agencia se dedicó a
impartir clases de Ingeniería.
Pero durante toda su vida el héroe de la Luna estuvo
relacionado con el mundo espacial, tanto trabajando en la industria privada del
sector, como en su labor académica o implicándose, cuando lo consideró
oportuno, en las decisiones de política espacial estadounidense.
Armstrong fue un héroe indiscutido, pero huyó cuando pudo
hacerlo, del primerísimo plano, de la gloria permanente y de los focos. Un
hombre volcado personal y profesionalmente en su pasión aeronáutica y
astronáutica, recibió todos los homenajes y condecoraciones y mantuvo la
distancia de persona reservada. "Tanto como valoró su privacidad, siempre
apreció las expresiones de buena voluntad de todo el mundo", recuerda su familia.
No rehuyó, sin embargo, labores difíciles, como la
vicepresidencia del comité de expertos que investigó las causas del accidente
del transbordador espacial Challenger, en 1985. También fue miembro de la
comisión Nacional del Espacio de Estados Unidos.
En su biografía autorizada del héroe de la Luna (First Man:
The Life of Neil A. Armstrong) James R. Hansen cuenta que la misma frase del
pequeño paso para el hombre, o para un hombre (como sostenía Armstrong que
había dicho) fue plenamente idea suya, con la ayuda de su esposa, y no de un
equipo de cerebros de la NASA que prepararan la coreografía adecuada para la
gran ocasión. Toda una demostración de carácter y de personalidad en un
programa tan complejo y tan integrado como el Apollo. Nadie dictó al comandante
la frase para la historia.
Armstrong fue la cabeza más visible, aunque no la única, de
aquella década prodigiosa del espacio con el programa Apollo aunando no solo
muchísimo dinero para hacer realidad el desafío del presidente Kennedy, sino
también con una concentración de enormes talentos de la ciencia y la tecnología
en el esfuerzo espacial. Al recibir la Medalla de Oro del Congreso de Estados Unidos en
noviembre de 2011, junto con sus colegas del Apollo 11 Aldrin y Collins, además
del pionero astronauta John Glenn, Armstrong dijo que era un honor "en
nombre de todos aquellos que jugaron un papel para ampliar la presencia humana
más allá de la Tierra, y el conocimiento humano del Sistema Solar".
Una de las últimas actividades públicas del hombre de la Luna fue en España, concretamente en Tenerife, donde participó en el homenaje al
primer astronauta de la historia, el ruso Yuri Gagarin. Manifestó entonces su deseo de
que la civilización humana lleve al espacio "su mejor comportamiento".
Refiriéndose a la carrera espacial de la que él fue estrella indiscutida, dijo
que, a su juicio, fue "la mejor, la más honesta, porque ganó la
humanidad".
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