Era un miércoles 7 de setiembre de 1955, cuando el gobierno
del general Manuel Apolinario Odría, dando salida a los incesantes reclamos que
se habían iniciado en 1910, promulgó la ley del voto femenino, con lo que
cambió la historia de la mujer peruana.
El calendario lo señala como el Día de los Derechos Cívicos
de la Mujer Peruana. Un día como hoy se rubricó una larga lucha
de reivindicación femenina en la sociedad peruana; la ley promulgada por el
presidente Odría solo era el corolario de la tarea de María Jesús Alvarado,
Adela Montesinos, Zoila Aurora Cáceres y Elvira García y García, entre
otras. Perú fue el penúltimo país de América Latina (antes de Paraguay) en
insertarse en una democracia que aceptaba a la mujer como seres con capacidad
de sufragar.
La historia electoral del país consigna a la Asamblea
Constituyente del 31 al 33, el escenario de los debates sobre el voto femenino;
una conservadora oligarquía se opuso a conceder un derecho a la mujer más allá
de las tareas de la casa u oficios menores, mientras que un vigoroso Víctor Andrés Belaúnde proponía el
voto irrestricto de la mujer. También se propuso otorgar el voto solo para la mujer
trabajadora en sus centros laborales;
pero finalmente se impuso “el voto progresivo”, que permitía que votaran en
elecciones municipales, “hasta que se educaran electoralmente” para participar
en las presidenciales.
Hasta que un 7 de septiembre de 1955, la presión social de
las organizaciones femeninas se ve reflejada en la ley N° 12391, que otorga a
las mujeres el derecho a la ciudadanía. Sin embargo, se discriminaban del
sufragio a los iletrados, por lo que la participación femenina en las
votaciones de 1956 fue parcial, dado el alto porcentaje de analfabetismo por lo
relegadas que estuvieron de la educación en el país.
La inscripción de
mujeres en el Registro Electoral se empezó a realizar apenas se promulgó la
ley, con vista a las elecciones presidenciales y parlamentarias de 1956.
Precisamente, el 17 de junio de ese año, las mujeres se estrenaron en el
sufragio. Con 499.256 votos, ellas se hicieron presentes, representando el 34%
del electorado nacional.
Lima fue el departamento con mayor cantidad de mujeres
votantes. Fue así como el 28 de julio de 1956 llegaron por primera vez al Parlamento
nueve ciudadanas. Ellas fueron la senadora Irene Silva y las diputadas Alicia
Blanco, Lola Blanco, Carlota Ramos, María Silva, Juana Ubilluz, Manuela
Billinghurst, María de Gotuzzo y Matilde Pérez Palacios. Todo un acontecimiento
en la época.
En 1979, una nueva ley estableció la incorporación de los iletrados a la población electoral y con ello se elevó la participación femenina en los sufragios.
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